Te fuiste un sábado de julio,
cuando la noche empezaba a caer,
te dormiste para siempre,
sin querer te despediste...
Te fuiste sin hacer ruido
solito, sin dolor y en silencio.
Me quedé con el alma dolida,
con el corazón hecho trizas,
con mil abrazos pendientes
con un te quiero en los labios.
Te fuiste y te llevaste
un pedazo de mi vida, mi paz
mi alegría, mi contento.
Me quedé, solo con tus recuerdos,
con tu voz haciendo eco,
con mis lágrimas cayendo
y en mi pecho este dolor
que me viene desde adentro.
Te fuiste viejo querido,
cuando menos lo esperaba,
y dejaste a puñados
todas nuestras vivencias,
todas las risas, todos los llantos
toda tu vida en mi mente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario